Nadie es imprescindible

Cuando buscamos trabajo, nos podemos encontrar obstáculos como la falta de experiencia, el nivel de formación exigido, la edad, el sexo, una retribución menor a nuestras expectativas o necesidades económicas, una jornada de trabajo con turnos insufribles o que incluso puede sobrepasar el límite legal, tener que trabajar fines de semana y/o festivos, la distancia al lugar de trabajo, no disponer de vehículo o carnet de conducir, tener que trabajar en un grupo profesional de categoría inferior...

Resulta curioso que haya tantos detalles limitantes a la hora de acceder a un puesto de trabajo. Obviamente todos/as buscamos siempre lo mejor y lo mismo pasa con las empresas. Buscan a la mejor persona para sacar adelante su producción, mejorar su producto u obtener la mayor rentabilidad posible de la inversión que requiere contratar a un trabajador/a.

Aquí es cuando podemos toparnos con un mensaje que me he encontrado bastante en el mundo laboral que dice que "nadie es imprescindible" y que de algún modo viene a reflejar la facilidad con que podría reemplazarse a cualquier trabajador/a.

Y curiosamente, tras la situación de la pandemia, parece que empezamos a toparnos con acontecimientos como la llamada "gran renuncia" o las dificultades cada vez mayores que tienen las empresas para encontrar a personas que incorporar a su plantilla, que en nuestro país afecta al 27% de las empresas, más del doble que la de hace un año.

Resulta curioso saber que en España la tasa de paro al cierre del 2022 se situaba en el 13,1%, la más alta de Europa. Es como si cada vez hubiese menos gente dispuesta a trabajar y más aún con los requisitos que marcan las empresas.

Entonces, ¿Porqué resulta tan complicado darle valor a los empleados que ya se tiene y cuidarlos para que se mantengan en la empresa?

¿O porqué no dar una oportunidad a esas otras personas que realmente quieren trabajar?.