Mientras que las generaciones pasadas solían priorizar la estabilidad laboral y hacer carrera en una misma empresa, los jóvenes de hoy en día tienen diferentes expectativas y prioridades a la hora de buscar empleo. Este cambio de mentalidad, supone un desafío añadido para las empresas, que tienen dificultades para atraer y retener el talento que necesitan.
Para los millennials y la Generación Z, aspectos como el propósito y los valores de la empresa, la flexibilidad horaria y geográfica, y las oportunidades de desarrollo profesional, pesan tanto o más que el salario. Estos jóvenes muestran menos apego a las compañías y más disposición a cambiar de trabajo con frecuencia en busca de mejores condiciones.
Además, el equilibrio entre la vida laboral y personal, así como cauces para la creatividad y el aprendizaje continuo son muy valorados por estos grupos de edad. Se alejan del modelo tradicional de largas jornadas de oficina a cambio de ascensos y subidas salariales. Esta brecha generacional, en cuanto a expectativas y prioridades, dificulta que las empresas consigan cubrir sus vacantes con trabajadores jóvenes y talentosos. Muchas compañías siguen ancladas en modelos laborales más rígidos y jerárquicos, que no resultan atractivos para estas nuevas generaciones.
Para retener y atraer a estos valiosos talentos, las empresas tendrán que replantearse sus políticas de recursos humanos, promover una mayor flexibilidad, apelar a propósitos atractivos más allá del mero beneficio económico, e invertir en formación y planes de carrera personalizados.
Comprender y adaptarse a las nuevas prioridades de los jóvenes profesionales será clave para que las empresas puedan hacer frente al desafío de encontrar y mantener a los mejores talentos.